Los cooperantes
españoles podrán volver a los campos de refugiados saharauis en Tinduf
cuando las condiciones de seguridad sean “aceptables”, aunque lo harán
con limitaciones y por el tiempo indispensable, según anunció este
jueves el jefe de la diplomacia española, José Manuel García-Margallo, ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso.
Margallo reconoció que el Frente Polisario ha tomado medidas para mejorar las condiciones de seguridad de los campamentos, pero alegó que aún no son “suficientes” para permitir el regreso.
El
ministro defendió la evacuación “voluntaria” de los cooperantes,
ejecutada por sorpresa y con el mayor sigilo a finales de julio,
ante el “riesgo inminente” de un secuestro. Desde entonces, se han
mantenido contactos “al máximo nivel” con las autoridades argelinas, en
cuyo territorio se asientan los campamentos saharauis, y con el Frente
Polisario, que se ha mostrado dispuesto a aplicar las recomendaciones
formuladas por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), que ha contratado a un experto en seguridad.
Entre otras medidas, Margallo detalló la mejora de la información y
de las instalaciones físicas donde se alojan los cooperantes; reforzando
su muro perimetral y dotándolo de iluminación y vigilancia durante las
24 horas. También se quiere garantizar que estén permanentemente
comunicados por radio y que lleven “escolta armada” siempre que se
desplacen.
“Si se aplican estas medidas, los cooperantes españoles podrán
regresar a residir en los campamentos en condiciones de seguridad
aceptables, aunque limitando su número y estancia a lo mínimo
indispensable para la ejecución de cada programa”, agregó el ministro,
quien no aventuró plazos para el regreso.
En lo que insistió es que el Gobierno no ha cambiado su posición “de
fondo” sobre el contencioso del Sahara ni sobre la ayuda humanitaria al
pueblo saharaui, que calificó de “prioritaria”.
También advirtió de que el Sahel va camino de convertirse en la mayor amenaza para la seguridad de España y reveló que el avión procedente de Venezuela que el pasado 12 de agosto fue interceptado en Gran Canaria con más de 1,5 toneladas de cocaína a bordo tenía como destino Mali, convertida en feudo del islamismo yihadista.